 Nico | Esta vez el destino fué El Melado, una picada de Talca hacia la Cordillera (100km aprox.). Toda la organización fué un poco acelerada, el jueves se estaba confirmando la asistencia y el viernes a la una de la mañana ya estabamos en ruta. Todo transcurrió en forma normal. Desde la salida hasta Talca 3 horas justitas (yo manejaba), de ahí hacia la cordillera y hasta llegar a destino, 4 horas, esto por lo malo del camino (recomendable sólo para vehículos 4x4). |
Una vez pasado el asombro de lo hermoso del paisaje y lo adolorido de nuestros cuerpos debido a la travesía de 7 horas, procedimos a descargar lo necesario, es decir, las cañas de pescar. Una vez armados con nuestros aperos, bajamos al rio, hacía un poco de frio pero eso es lo de menos cuando uno anda en estos menesteres...y a pescar se ha dicho.
 Mi Padre | Mi Hijo |
 Yo | |
El primero en sacar un trucha fué el Dago, para desilusión de todos, una pieza muy pequeña, por lo que fué devuelta al rio. A continuación el Dago otra vez se matriculaba con una trucha pequeña. Para ese momento ya nos estabamos resignando a lo pequeño de nuestros trofeos, los cuales iban a ser todos de ese mismo calibre, salvo por una que sacó Horacio, el que como siempre pesca las mejores y mas grandes truchas del grupo.
Dentro de la siguiente hora, mi hijo Nicolas tendría la grata experiencia de sacar una truchita, la que aunque también pequeña, bastó para generar una increíble expresión de felicidad en su cara, misma expresión que momentos más tarde volvería a repetirse con la segunda trucha que sacara, ganádole incluso a su abuelo en el porte y cantidad de piezas hasta ese momento.
Y así transcurrió la mañana hasta la hora de almuerzo, obviamente este sería un rico asado. Y después de reposar nuestra merienda, a pescar nuevamente....
Esta vez nuestra suerte ya no sería tan buena, yo pescaría mi única trucha y mi hijo nada mas en los dos días que estuvimos en la cordillera. Y aunque esto generó un poco de desilusión, no nos desanimamos puesto que el deporte de la pesca es así de azaroso y en mi caso particular, el tener la oportunidad de estar en plena Cordillera de los Andes junto a mi padre y mi hijo disfrutando de la naturaleza es una de las mejores experiencias que disfruto de esta vida ( disfrutar a tu padre junto a tu hijo es impagable).
Para la tarde aunque insistíamos sin exito en nuestra pesca (salvo para el Dago...) ya optamos por relajarnos, dejar las cañas caladas y mojarnos las patitas con mi hijo en el río. El agua estaba sumamente helada, pero después de pocos segundos esto ya no importaba, nuestros piés se adormecían con lo frio del agua. De esto hasta el anochecer y a cenar, ahi mientras se organizaba la comida, se contaban historias y chistes, y se tomaban sus vinitos (mi padre y el Horacio principalmente). Por mi parte me fumé una pipa mientras le preparaba una cazuela de ave a mi hijo (le gustan las sopitas cuando sale de pesca o cacería), la cual nos calentaría el estómago preparandonos para la fría noche de cordillera, la cual para sorpresa nuestra no fué tal, incluso dentro de la carpa hizo calor (bueno... eramos seis personas dentro).
Después de esta sopa, mi hijo cayó profundamente en los brasos de Morfeo y el Dago y Yo fuimos a cazar conejos (ya habían tres ahumandose junto al fuego, los cuales el Dago había cazado en la tarde). El resultado de nuestra cacería...malo, vimos varios conejos, pero teniamos mala luz y para mas remate yo no apunté nada (estoy acostumbrado a la escopeta de mi padre y más encima fuera de training).
Ya para el día domingo, ya había roto mi caña de pescar asi que junto con mi hijo y mi padre nos fuimos a bañar al rio, almorzamos y para las tres de la tarde estabamos de regreso a Santiago.
En resumen, llegamos a las once de la noche después de un agotador viaje de regreso, pero como decimos en Chile, lo comido y lo bailado no lo quita nadie. :P
Por si alguien quiere ir alguna vez, aquí está el mapa:
